𝟎𝟏| open the wound
Ryann Mei Thorne ya no creía en el destino.
No había motivo para explicaciones mientras se mantenía sobre la colchoneta que había definido como su cama sumida entre posters de Paramore y bandas que ya no escuchaba hace demasiado. La verdad es que era sorprendente que aún le quedara algo de esperanza mientras cerraba los ojos.
—96307 —repitió una vez más en voz alta, no había nadie que pudiera escucharla mientras la oscuridad llenaba su campo de visión y volvía a repetir cada número en su cabeza; sostenía el arma que había hecho de manera improvisada en la mano derecha esperando pacientemente a lo inevitable: Un pedazo de metal poco afilado que había encontrado debajo de su cama y había cubierto con papel higiénico—. 81736.
—¿Estás segura que va a hacerlo? — apenas perceptible, la voz de Sam Riordan invadió sus oídos, la única persona que con la que había hablado todos esos meses—.¿Crees que lo logre?
El Dr. Lennox, suponía, estaba haciendo lo imposible. No es que hubiera puesto sus manos al fuego por alguien más que ella misma o su amigo, pero le gustaba creer que iba a lograrlo, que provocaría un apagón sin poner en riesgo su posición y les daría suficiente tiempo como para que ambos pudieran salir de aquel lugar, para finalmente desaparecer sin dejar rastro.
—No lo sé —repuso en un suspiro, cualquier pensamiento de calma no servía contra los nervios que se colaban entre los latidos de su corazón, y no queria traer más preocupaciones cuando conocia el frágil estado mental de Sam—. Confía en Parker.
Contaba los segundos en su cabeza. Un ridículo intento de parecer tranquila para las cámaras que la apuntaban en cada movimiento en vano: ¿Confía en Parker? Toda su vida pendía de un hilo que el Dr. Lennox controlaba con demasiado poder ¿Cómo no estar nerviosa? Esperando algo que no sabia, asumiendo que el sol seguía saliendo y que las horas seguían su paso natural a pesar de que no tuviera idea de qué día era exactamente.
Confiar es una palabra complicada.
Confiar la llevaba a lugares que nunca debió estar, pues si es que hubieran sido medianamente sinceros con ella no hubiera aceptado un trato de palabras endulzadas llenas de mentiras por conveniencia, no hubiera ansiado volverse un perro que solo servía para ladrar, ni hubiera confiado en su madre cuando le dijo que todo estaría bien a pesar de que se la llevaran luego.
Las luces se apagaron.
Sus ojos se abrieron al escuchar el ruido que cesaba hasta hundirse en el silencio, y en medio de la oscuridad, se levantó de la cama empuñando el arma que había estado guardando: Parker lo había logrado, las cámaras habian dejado de funcionar y la electricidad que le daba potencia al suelo había dejado de funcionar. Las palabras del Doctor se repitieron en su cabeza con claridad, un recuerdo fresco al que había estado recurriendo cada cierto rato.
"Luego del apagón, solo tendrás cuatro minutos antes de que el generador comience a funcionar. Cuatro. Ninguno más ninguno menos, lo que sea que vayas a hacer tiene que ser rápido."
¿En qué estaba pensando cuando el cuchillo se deslizó contra su piel? Tenia la cabeza en blanco cuando la sangre apareció en su campo de visión, los segundos que contaba por lo bajo antes de embarrar los dedos de en el liquido carmesí que empapaba su antebrazo. Estaba corriendo contra el tiempo cuando la figura comenzó a marcarse en la pared blanca cerca de la puerta, los trazos alargados que daban punto culmine en una criatura que acechaba su cabeza hace días.
Iban a lograrlo, el tan desesperado escape.
Las puertas se abrieron cuando llegó a 46, y con eso supo que su confianza ahora estaba al mando del Dr. Lennox y lo que fuera que hubiera hecho para lograr de manera exitosa, abrir su puerta de par en par.
Pudo oírlo luego, el sonido que hacían los pasos de Sam al salir finalmente de la cárcel que los había mantenido cautivos todo ese tiempo mientras ella terminaba lo que en su mente definía como una mediocre obra de arte. Le hubiera gustado decirle que estaba ahí para el, unas palabras reconfortantes que no llegaban mientras seguía contando los segundos en su cabeza, pero cuando pensaba en hacerlo, era su monstruo el salía de entre medio de los ladrillos, uno de carne y hueso que se armaba como si fuera una persona más.
No, en realidad, Ryann no dimensionaba la intensidad de su poder. La forma en que había sido capaz de formar tejido a base de simples trazos que se interponían uno sobre otro mientras se encontraba cara a cara con la criatura que había dibujado contra el tiempo, una figura alargada de mandíbula dislocada que botaba una desagradable cantidad de sangre en respuesta a la curiosa elección de material que había utilizado para dibujar. Carecía de detalles, sin embargo estaba lo suficientemente definido como para haber parpadeado en espera de órdenes al verla, varios ojos pequeños que se extendían en su piel viscoza esperando que hacer.
No iba a mentir. Le hubiera gustado abrazar a su amigo, experimentar la calidez de un abrazo similar al del sol y decirle que por fin podía ponerle un rostro a la voz con la que había entablado múltiples conversaciones durante ese tiempo, darse el momento de saludarlo y sentir ese cariño que no sentía hace casi demasiado tiempo, uno tan simple como el que definía una amistad. No había tiempo para sentimentalismo.
—Está bien, no te hará daño — le dijo al notar como se paralizaba al mirar al alargado hombre que le devolvía la mirada, utilizaba el mismo estúpido tono de su madre la noche en que su padre había muerto, ese mismo que le decía que tenía que mantener la calma cuando todo era un desastre a su alrededor—. No hay tiempo para celebrar, hay que correr.
Ahora, eso lo más lejos que habían podido llegar.
Cuando tomó la mano ajena a pesar de que la suya estuviera manchada de sangre y sudor y finalmente puso el primer pie fuera de su celda, tironeando fuertemente del brazo ajeno sin importarle lo que pudiera pasar para cruzar el pasillo a una velocidad casi inhumana que seguramente atribuía a la adrenalina.
Sin necesidad de hablarlo, la criatura que había salido de la pared saltaba movilizándose a través del techo sin hacer un solo de ruido, y aún contando en su cabeza, fue Ryann quien los guió hasta el ascensor antes de llegar a 240.
Todo iba perfecto en su cabeza hasta que las luces se encendieron a su alrededor tan rápido como se habían apagado en primer lugar, dándole una visión periférica del lugar que la había convertido en una rata de laboratorio: El papel mural de árboles, las baldosas blancas y las celdas que se amontonaban una al lado de la otra.
La electricidad había vuelto, por lo que su ventaja de 4 minutos, finalmente había acabado.
—96307 —le dijo al ver el seguro de la puerta, estaba nerviosa tanto como su amigo, y extrañamente, los gritos a su alrededor eran lo que menos le importaba en ese instante—. ¡Rápido Sam!
Reconocía el sonido que producía cada número al ser apretado, el ruido de la puerta al abrirse esta vez a su favor. Sentía el dulce sabor de libertad en la maldita boca, no iba a volver a su celda.
—81736 —se dijo a si misma cuando pudo ver una segunda puerta bloqueada, el código de acceso que había aprendido gracias a Parker y sus maneras de hacerle llegar información a través de su bandeja de comida. Era la última secuencia de números que los separaba del ascensor, lo veía en su cabeza como un maldito mapa.
Las manos le temblaban cuando apretó los botones y la luz de la cerradura electrónica se encendió verde justo cuando podía ver las primeras cabezas de The Woods: Habían llamado a seguridad.
—Cuándo lleguemos arriba, no importa lo que suceda —comenzaba a sentir la presión cuando subía al ascensor, mirando hacia todos lados en busca de una cámara antes de apretar el botón que los llevaría arriba, desesperada por que las puertas automáticas se cerraran y comenzaran a moverse—. A donde sea que vayamos, lo haremos juntos desde ahora.
—Juntos —repitió el ojiazul como si esa hubiera sido la única regla que debía mantener presente, una promesa que iba a cumplir cuando la campanilla del elevador sonaba revelando el lugar donde se encontraban.
Iba a cumplir sus promesas, tomando su mano entre la ajena cuando las puertas se abrieron, cruzando la universidad de la que le había hablado el Dr. Lennox sin detenerse a mirar para finalmente empujar las pesadas puertas trasparentes que la separaban del aire fresco de afuera.
¿Era normal que el aire escociera de esa forma? La luna la recibió al salir junto a la sensación de ácido en los pulmones que la invidió de la nada mientras el corazón le latía desbordado, buscando la ruta de escape que previamente había trazado en su cabeza en tanto recordaba el mapa que le había entregado Parker para seguir corriendo hasta la salida, tenía unas horribles ganas de vomitar.
Lo veía, iban a ser libres.
Ignoró el resto, a los estudiantes que los miraron extrañados, las nauseas, incluso el frío que de la nada se colaba por entre medio del suéter grisáceo que llevaba todos los días — Las alarmas, y el auto de policía que aparecía en medio de la nada coartándoles el paso.
Todo sucedió demasiado rápido luego: Sam caía al suelo soltando su mano, y ella, desesperada, realizaba que estaban a punto de ser rodeados.
—¡Levántate! —gritó exasperada, sacando fuerzas de rincones que no conocía cuando luchaba por levantarlo del piso, mirando a la chica que a metros de los dos, se las había arreglado para agarrar a su amigo del tobillo tumbándolo al suelo a pesar de estar bastante lejos—. ¡Vamos Sam! ¡Rápido!
La criatura de su dibujo aterrizó a su lado segundos luego, y hubiera hecho que acabara con la vida de la persona que la observaba a lo lejos con una cara de confusión más grande que la suya, pero pronto seguridad comenzaba a rodearla y su visión se iba volviendo cada más borrosa: Iban a devolverlos al maldito bosque.
—¡Vamos a calmarnos! —gritó la chica alzando ambas manos al aire, una alumna, suponía. Una a la que le hubiera gustado decirle que en realidad no había momento de hacerlo, que perdía su tiempo ayudando al lado equivocado.
—Asesina —susurró sin saber qué más decir, cada vez más desesperada de lograr su objetivo al ver que la meta desaparecía de su campo de visión para ser reemplazada un inminente fracaso —¡Ya!
Siguió sus ordenes sin pensarlo, enterrando uno de sus largos brazos en el pecho de un guardia para atravesarlo con fuerza y así acabar con el corazón ajeno en la mano, siguió con el segundo para cuando uno de los guardias volaba gracias a la fuerza de Sam.
Ahí fue cuando lo supo, cuando realizó que posiblemente no iban a salir de ahí.
—¡Corre ya! —eran demasiados, aparecían de la nada dispuestos a devolverlos de donde habían escapado, y no tenía un lapiz o más sangre para ponerse a dibujar cualquier cosa que pudiera sacarlos del problema en que se habían metido—. ¡Que te vayas Ryann!
—No voy a dejarte —repuso inmediatamente, la sola idea de que volviera solo le erizaban su piel—. ¡No voy a irme!
—¡No sirve de nada que nos lleven de vuelta a ambos! —gritó reconociendo la molestia en el tono de su voz—. Vete ya. Voy a detenerlos lo más que puedo.
—Sam.
—Vuelve por mi —le pidió cuando la criatura se giraba a ella para tomarla en uno de sus brazos, subiéndola a sus hombros antes de intercambiar una última mirada de pura confidencia con alguien más que no era ella—. No dejes que me quede en el bosque.
No hubo tiempo para responder. En menos de un segundo eran rodeados y el monstruo tomaba suficiente vuelo como para alzarse por los aires de un salto, alejándose de Godolkin, The Woods, y todo lo que alguna vez le causó dolor mientras el aire le golpeaba el rostro sin piedad alguna. No supo decir si es que caminaba en el cielo o volaba, sin embargo, la criatura se movía de un lado a otro alejándola de la escena del crimen que dejaba a sus pies, sin dar signos de dificultad cuando pataleaba luchando por volver de vuelta con su amigo.
Tampoco supo decir en que minuto las lágrimas nublaron su campo de visión, pero sí cuando en silencio se prometía a si misma que sacaría a su amigo del bosque costara lo que le hubiera costado.
—¿Dónde vamos? —preguntó sin obtener respuesta.
Era más que justo decir que las cosas no salían exactamente como lo había esperado.
No sabía que la criatura la llevaba a casa hasta que se encontró cara a cara con la calle en la que había crecido.
El monstruo, suponía, estaba tan unida a su mente que sabía lo que pensaba, por lo que la había llevado a la casa donde había pasado gran parte de su vida al no obtener más órdenes de su parte. Meras suposiciones cuando en realidad no sabía la capacidad real de sus poderes.
Tal vez, era su subconsciente el que ansiaba volver a casa, a la normalidad de su cuarto y el calor que le transmitían las sábanas de su cama. Sabía que su madre la odiaba, que buscaba borrarla de las fotos familiares, pero era un choque saber que la casa en la que había crecido ya no era lo mismo, si no un montón de cimientos abandonados que parecían no guardar habitantes hace ya demasiado tiempo.
Iba a gritarle. Reclamarle a su monstruo personal que no se había llevado a Sam y que era de suma importancia igualmente, que todo lo que había hecho era una estupidez y su gran plan en verdad era una mierda, pero en vez de alzar la voz, se encontró con una gran mancha de sangre roja en el suelo junto a la enorme criatura nuevamente alzándose por los cielos.
Los dibujos siempre volvían a donde habían sido creados.
Lo repitió en su cabeza como un recordatorio mental mientras lo veía alejarse. Luego de acabar entre las rejas, difícilmente le dejaban agarrar un lápiz, por lo que la tinta había sido reemplazada por sangre que muchas veces resultó con una estadía en aislamiento: Cada oportunidad para dibujar y mostrar su talento era tomada y aprovechada al máximo al no tener en claro en realidad cuales eran sus límites.
La calle lucía extrañamente igual como si se hubiera tratado de un sueño febril, las mismas casas, los mismos autos y los mismos vecinos, siendo su casa en las ruinas la única que irrumpía en la escena como una casa embrujada, un recordatorio que el mundo no iba a deterse por ella como en el resto de las casas, por más que lo hubiera querido.
Los malos recuerdos aparecían en su cabeza ahora que estaba parada en medio de la nada. La violencia con la que fue arrastrada de su habitación y lanzada a un auto que se la llevó lejos, el dolor que siempre la perseguía; el recuerdo la hizo vomitar entre medio del pasto de la entrada, expulsando sus problemas hasta que no le quedó nada más en el estómago y ya no experimentaba ese sabor ácido que había experimentado segundos antes.
En unas escaleras demacradas, la castaña atravesó el porche de la entrada solo para forzar la puerta. La oscuridad de la noche parecía proteger sus movimientos cuando se colaba entremedio de los restos que significaban aquella casa, la preocupación que pronto fue teñida de pena al notar que no había nadie dentro: Ni rastros de su hermana, su madre o la vida que fuera hubieran llevado antes de arruinarlo todo.
No sabía por que era atacada por la nostalgia. Tal vez se debía a que volvía a estar sola ahora que su amigo regresaba al bosque sin saber qué hacer para sacarlo de ahí, o tal vez era por todo lo que había perdido y lo que nunca tuvo, de cualquier manera, sabía en el fondo que por eso lloraba en silencio, como un espíritu lamentándose a través de los cuartos oscuros que componían la casa en la que había vivido gran parte de su vida, jamás en paz.
El silencio la arrastró por la propiedad, llevándola a través de los cuartos que conocía de memoria solo para confirmar si es que realmente estaba sola: ¿Cuántas veces había trazado ese mapa en su cabeza? Todos los días en su celda pensando en los pasos que le tomaba dar de su cuarto a la cocina, de su habitación hasta la de sus padres.
Las manos le temblaban para cuando acabó, siempre mirando por encima de su hombro esperando a que la arrastraran de vuelta a donde pertenecia.
Sus dedos recorrían la textura de las paredes en busca de algún recuerdo que tiñera todo lo malo de bueno, sin embargo, entre graffitis y vidrios rotos no había nada más que basura y lo que quedaba de toda una vida sintiéndose como una forastera: Fotos familiares bajo toneladas de polvo y prendas de ropa que recordaba haber visto en su hermana antes de desaparecer de la faz de la tierra.
Un bucle de memorias se repetía una y otra vez en su cabeza. Nunca había sido la bonita o la popular de su clase; era sabido que su genética no habia aceptado el compuesto en ese entonces, y lidiaba con el hecho de ser un experimento fallido hasta que sucedió lo inevitable. Acudía a una escuela como cualquier otro chico normal y tenía amigos que contaba con los dedos de una sola mano, siempre creyendo que había algo malo con ella.
Tal vez, solo tal vez, volver a casa era darse cuenta que no había nada ahí para ella, que todo ese tiempo deseando volver tras las rejas era una especie de juego que armaba su cabeza para poder mantenerse a flote y no caer en un enorme trampolín de tristeza.
Entre medio de la basura, se abrió paso hacia lo que había sido su cuarto hasta cumplir los 16 años, abriendo la puerta a mero forcejeo para encontrarse con las ruinas que quedaban de su habitación. Sus pertenencias, en su mayoría, había sido saqueadas por las personas que habían pasado por la casa, dejando nada más los rastros de lo que había sido su ropa y pósters rotos de bandas que ya no escuchaba entre medio de telarañas e insectos de aspecto dudoso, sin embargo, como si una bombilla se hubiera encendido en medio de la oscuridad debido a una idea, terminó arrodillándose sobre el suelo solo para alcanzar la tabla media floja que había escondido debajo de su cama, sacando de ahí varios libros que sostuvo entre sus manos como si se hubieran tratado de un arma.
Seguía de rodillas para cuando se encontró con sus diarios, libretas negras donde había dibujado desde que había cumplido los 13 años, que contenian un sinfín de dibujos que había completado sin saber, que aquello sería la razón de su ruina años más tarde, y en efecto, la mayor de todas las armas.
¿Era por eso que su subconsciente insistía en volver a casa? ¿Para recuperarlos?
Recordaba cada dibujo como si este hubiera sido una parte fragmentada de su alma, los trazos alargados que le habían ganado idas al psiquiatra como si hubiera estado loca desde que decidió dibujar criaturas que le hacían a sus demás pares ganarse una pesadilla; cubiertos de polvo, abandonados, sin embargo, intactos.
Se mantuvo ahí un rato, observando las páginas sin necesidad de que la luz hubiera alumbrado el papel, la calidad de trazos que ya tenían en mente cada pequeño aspecto de la obra que bautizaba con un nombre distinto: Sabbat el Conquistador, Idisis el demonio de las mil caras, o el comealmas, el mismo que se había llevado a su padre de un momento a otro y no había sido capaz de nombrar.
Sin pensarlo mucho, agarró un lápiz de su escondite secreto para aprovechar un espacio en blanco de la hoja donde trazó un escarabajo. Era tan extraño poder dibujar con libertad cuando siempre fue visto como un peligro, que estaba segura que en cualquier momento el suelo comenzaria a retumbar para electrocutarla hasta perder la conciencia.
No había manera de negar que en realidad estaba nerviosa, observando por la ventana en espera de que alguien se apareciera, mirando hacia la puerta creyendo que ya sabían donde había escapado. En un constante espera de pensar que eran sus últimos momentos de libertad antes de lo inevitable: ¿Por qué ella lograba escapar y Sam debía quedarse ahí?
La culpabilidad la invadía y de pronto se preguntaba que es lo que hacía en casa perdiendo el tiempo cuando su amigo de meses, debía de estar sufriendo las consecuencias de una idea que fue suya en un principio. Víctima de patéticos lamentos en tanto Sam seguía en el bosque y ella probaba la libertad que tanto habían deseado, olvidándose de pensar en un plan que sacara a su amigo intacto de un lugar que le tomó meses descifrar solo para dibujar un estúpido insecto.
El escarabajo salió de la hoja segundos luego, volando por la habitación hasta perderse en medio de la oscuridad: ¿A quién iba a recurrir? Su único amigo estaba encerrado, su madre y su hermana estaban en quién sabe que parte del mundo, y de la nada, se sentía completamente incapaz de aparecerse en una universidad con un séquito de criaturas dignas de una película de terror por su cuenta.
Y mientras se negaba a dormir pensando que llegarían en cualquier minuto por ella, se mantuvo en el suelo practicando sin ser consciente del tiempo, sacando a la misma pequeña criatura de piernas cortas y un solo ojo que volvía a entrar a la hoja apenas salía una y otra vez hasta que finalmente lo logró sin esfuerzo, y el cansancio hizo que se le cerraran los ojos por si solos.
Abrazándose a si misma y a sus cuadernos cuando finalmente caía en un profundo sueño, la ex-paciente del bosque ignoraba el frío, la sensación de que todo iría mal y el hambre que hacía sonar su estómago en tanto sopesaba lo bueno y lo malo de haber logrado escapar, la felicidad culposa que le produjo el silencio verdadero, el no ser observada por una cámara todo el día.
La verdad es que Ryann Thorne iba a acabar con el bosque, y no importaba si eso acababa con su vida o la nueva libertad que había conocido fugazmente.
Era todo o nada.
¡Bienvenidos por fin al primer capitulo de Meteora! Estoy emocionada de por fin sacar el primer capitulo, esta duologia con la marti ha sido del top 10 de nuestras mejores ideas asi que espero que a ustedes también les guste!
Antes de comenzar eso si, me gustaria dar unos ANUNCIOS, que se me fue dar en el principio (PIDO PERDÓN) pues son bastante importantes en la trama.
Primeramente, queria avisarles que la historia contiene age gap sin caer en lo asqueroso ni pervertido, el Doctor Lennox y Cate tienen una diferencia de edad que a pesar de no ser heavy tipo 10 años, está ahí!! Esto lo digo entendiendo que hay gente que prefiere no leer cosas al respecto, pues no me gustaria que les cayera de sorpresa</3 Personalmente, I have no ragrets, si fuera Cate yo tambien me meteria con Parker.
Segundo, y no menos importante queria hablar de esto de los pronombres utilizados de Jordan Li, pues en gringolandia es bastante más fácil escribir todo como they/them sin embargo, al pasarlo al español no soy muy fanática de escribir con X o con E cuando hago una historia, ya que además de no saber utilizarlo al 100%, acabaría confundiendome. Pido perdón por las molestias que podrían causar, sin embargo utilizaré los pronombres dependiendo la forma que asuma, es decir ella/él respetando que este es un personaje que constantemente se mueve en el espectro. Siento que de esta manera causaré menos confusiones tanto en ustedes como en mi misma, nuevamente pido perdon x tan poco (u.u)
Sin alargarme más, les cuento que el gifset de abajo también es cortesia de la marti, como siempre a otro nivel.
No se olviden de votar, comentar, y decirme que opinaron de este inicio turbulento, saludos! <3
¿FUI CRIADA SIN AMOR?
¿O ES QUE ACASO SOY IMPOSIBLE DE AMAR?
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